Actualizado: Martes, 16 abril 2024
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La Plata
El manejo maquiavélico de la crisis
Los problemas económicos le abren una oportunidad al Gobierno de aplicar políticas que hasta ahora no había podido llevar adelante, que exige el mercado y que afectan a la clase media, los trabajadores y el consumo
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“¿Hay un manejo maquiavélico de la crisis?”, pregunta La Tecla. “Sí, claramente. Que el tipo de cambio se haya ido al diablo es un objetivo buscado del Gobierno. Si se quiere hilar más fino, para mí ni siquiera es inocente aquel mensaje grabado de Macri, de un minuto cuarenta, que generó pánico en el mercado cuando se pretendía generar confianza”, responde, contundente, el economista Agustín D’Attellis.

Y ahonda: “En ese momento, el Gobierno iba a renegociar con el FMI, anunció algo que no tenía acordado y necesitaba una carta fuerte. Si ibas al Fondo a decir que no podías cumplir con las metas firmadas hacía un mes pero necesitabas la plata, lo probable era que el Fondo te mandara al carajo. Había que ir con una señal fuerte, y esa señal era decir ‘llevé el dólar a un nivel tan alto que voy a cerrar el frente externo’”.

Es natural que nadie desee que le vaya mal en lo que emprende, pero a veces, las crisis abren oportunidades y permiten medidas que de otra manera serían difíciles de aplicar. Esto lo ex-plica muy bien la periodista canadiense Naomi Klein en su libro La doctrina del shock, donde cuenta cómo el neoliberalismo aprovechó distintos escenarios de conflicto, incluso desastres naturales, para llevar adelante políticas que sin ese contexto serían muy resistidas por la sociedad.

Si bien hasta los economistas más críticos del Gobierno aseguran que no es el caso de la Argentina actual, y prefieren culpar a la ineficacia de Cambiemos para manejar la economía, no menos cierto es que hay políticas a las que apunta el Ejecutivo nacional que son del manual neoliberal, y la crisis le viene como anillo al dedo para avanzar sobre reformas que, de otra manera, serían poco menos que imposibles, como pasó con la pretendida reforma previsional.

En ese sentido van la depreciación de los salarios en dólares, la persistencia en proteger al sistema financiero especulativo sin restricciones de permanencia en el país y la trepada del tipo de cambio que beneficia a los pocos exportadores que tiene Argentina (aun con más impuestos, la ecuación los favorece). 

El Gobierno debió caer en las garras del Fondo Monetario Internacional (FMI), y con ello quedó atado a las exigencias del organismo. Todo envuelto en un capricho político de encerrarse en sí mismo sin ampliar la base de sustentación política. En ese sentido, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el gurú Jaime Durán Barba quedan, otra vez, en el centro de la escena. Siguen siendo los que más inciden sobre las decisiones de Mauricio Macri.

D’Attellis explica que “la preocupación del Fondo era prestarle guita a la Argentina y que después se usara para que los argentinos viajen al exterior, importen pavadas y compren dólares para guardarlos abajo del colchón. El Fondo exigía acomodar el tipo de cambio porque había atraso y no quería financiar el frente externo. Con un tipo de cambio más alto cerrás el frente externo y, ade-más, pulverizaste los salarios en dólares, que es otro objetivo que los tipos tienen”. 

Lo cierto es que el Gobierno priorizó ordenar la macroeconomía, asegurarse los dólares del FMI y contener el desbarajuste en los números, dando señales de que el programa financiero se cumple y el país evitaría el default. “Y, además, lograr los objetivos de reducción de salarios, que benefician a sectores, sobre todo los exportadores, que tienen fuertes vínculos con ellos, y el traslado de todo el costo hacia dentro, que se irá conteniendo con política social de asistencia, como vienen haciendo hasta ahora”, agrega D’Attellis. 

El tema de reducir los sueldos en dólares para ganar competitividad fue puesto de manifiesto por ministros bonaerenses hace un par de semanas durante un almuerzo. También dejaron en claro que el dólar a 40 pesos es “competitivo y beneficiará a los exportadores, lo que generará mayor nivel de ingresos al país”. Pero eso tiene consecuencias: la retracción del mercado interno y un daño muy fuerte para la industria nacional, que mayoritariamente provee al consumo vernáculo. En esto coinciden todos los economistas consultados por La Tecla.

“Cuando los mercados se dan cuenta de que el triunfo electoral del año pasado no sirvió para que el Gobierno ganara el volumen político necesario para hacer las reformas estructurales que necesita la economía argentina, ahí empieza la descomposición, que se corona el 28 de diciembre con la famosa conferencia de prensa (en la que se modificaron las metas de inflación). Esa conferencia fue codificada como ‘el Gobierno tolera más inflación y retrasa sus metas porque se da cuenta de que no puede implementar las reformas’. El mercado leyó eso y ahí empieza la descomposición”, analiza Santiago Montoya.

Mucho se habla de reducir el gasto público, cuestión que se ha convertido incluso en un caballito de batalla de Cambiemos, con la intención de instalar el relato de que “se deben terminar 70 años de gastar más de lo que entra”. En el mundo, cuatro de cada cinco países tienen déficit fiscal, pero no por ello caen en crisis tan profundas que dañan enormemente el consumo interno. 

Pese a la insistencia con la cantinela del “gasto público”, lo cierto es que el mercado le exigió de entrada a este Gobierno una reforma laboral profunda y una reforma previsional más contundente que la aprobada en 2017. Sencillo: hasta ahora, Argentina poseía el costo laboral más alto y la productividad más baja en dólares. La ecuación cambia con una devaluación de más del 40 por ciento y una inflación indomable. “De acá a diciembre vamos a tener cuatro meses con inflación raspando el 4 por ciento”, vaticina Fausto Spotorno, para quien “el traspaso de la devaluación a la inflación es del 20 por ciento, y en una situación muy mala podría llegar hasta un 40 por ciento”.

“Sin un plan integral claro que le permita estabilizar las variables, el Gobierno está intentando lograr algunas calmas transitorias a cualquier costo. Lo que más los asusta es el dó-lar, entonces han desplegado herramientas que consisten en secar la plaza de pesos a través de los aumentos de caja; y en este momento, la Argentina tiene posiblemente los encajes bancarios más altos del planeta. La plaza está seca de pesos porque el Gobierno mira con mu-cha preocupación los periódicos vencimientos de bonos, que liberan pesos que se van al dólar. Para prevenir eso recurre a medidas extremas, como tasas de interés altísimas”, agrega Santiago Montoya.

Además, el extitular de ARBA describe que “el Gobierno está corriendo con instrumentos que tienen graves efectos secundarios, intentando traer un poco de calma”. El economista reseña que el acuerdo recientemente logrado con los gobernadores por el Presupuesto 2019 también puede tener un efecto búmeran no deseado. En ese sentido señala que puede pasar lo mismo que cuando se conoció el contenido del acuerdo con el FMI, porque “los mercados se pusieron muy nerviosos cuando leyeron el contenido del acuerdo y se dieron cuenta de que era un problema, porque ataba de manos al Banco Central y porque era de difícil cumplimiento”. 

Mientras tanto, entre la impericia y el deseo de quedar bien con algunos sectores, la situación social interna es compleja, y obliga a aumentar la asistencia para contener los reclamos. Pero en el frente externo, a la Argentina también se la mira con lupa, pese a los deberes que se intentan hacer.

Los mandatos de los importantes inversores que entraron en el país en los años anteriores siguen siendo salir del territorio nacional, y si no lo han hecho todavía es por falta de compradores. Pero algunos de estos fondos están a la expectativa de que mejore un poquito la liquidez de los papeles argentinos, y enseguida los van a vender y se van a ir; con lo cual está clara la situación extremadamente compleja que enfrenta la economía vernácula, a pesar de los paliativos que el Gobierno intenta desplegar, y que conforman a pocos pero dañan a muchos. 


“Este es un Gobierno de estúpidos e incompetentes”

Javier Milei no cree que la dolarización de la economía o la vuelta a la convertibilidad pongan un freno a la crisis, porque “si tenés convertibilidad tenés la posibilidad de que el político te engañe y emita dinero; si hay dolarización no puede emitir más pero queda sujeto a la fluctuación de la moneda americana”.

“El sistema que yo propongo es el uso de cualquier moneda”, asegura el economista, a la vez que sostiene que “es deseable ir a la solución más radicalizada, que es la eliminación del Banco Central. ¿Qué puede pasar? Nada, porque la mierda de los políticos no te van a dejar de robar”.

Para Milei, el actual “es un Gobierno de estúpidos, incompetentes y faltos de coraje. Las tienen todas en contra”. Y en ese sentido asevera que “la crisis la precipitó Marcos Peña, el 28 de diciembre, avanzando sobre la independencia del Banco Central. Antes del 28 de diciembre, el Banco Central tenía que comprar dólares para que no cayera por debajo de los 17 pesos”.

“Por recomendación de los keynesianos apretaron al Banco Central para bajar la tasa de interés, y la tasa, que estaba en 27%, hoy está en 80%; el tipo de cambio pasó de 17 al rango de 38/40; y en el medio se perdieron 14 mil millones de dólares de reserva. Y la inflación, que venía al 18, está al 45, y la mayorista, al 75; nos voló el riesgo país, nos quedamos sin financiamiento voluntario de los mercados y terminamos en el FMI”, afirma el mediático economista, para quien no hay ninguna intención del Gobierno de crear una crisis, sino que la misma es producto de su propia “incompetencia”.


La versión sobre convertibilidad o dolarización de la economía

Larry Kudlow, periodista y analista económico estadounidense y asesor del presidente Donald Trump, dijo, en una entrevista con la cadena Fox News, que “la única forma de salir del dilema de la Argentina es establecer una junta monetaria; el peso se vincula con el dólar, pero se puede crear un nuevo peso único”. Recomendó una nueva convertibilidad o, directamente, dolarizar la economía.

Aunque esta versión fue rápidamente desmentida desde el Banco Central y desde el Ministerio de Hacienda, el analista aseguró que “la gente del departamento del Tesoro está 
profundamente involucrada en eso”. Kudlow señaló que la convertibilidad “funcionó en los 90” para detener la inflación.

Desde la Casa Rosada afirman que no hay nada al respecto en las negociaciones que lleva adelante el país con el Fondo Monetario Internacional, pero la versión ha corrido como reguero de pólvora en los mercados y generó duras críticas por parte de los sectores opositores.


“Para bajar salarios es más fácil con inflación y devaluación”

“Esta crisis tiene la base en tres medidas que tomó el Gobierno entre diciembre de 2015 y enero de 2016”, dice Silvina Batakis. Y detalla: “Una fue desregular por completo la administración del comercio y abrir las importaciones, que generan demanda de dólares pero, a la vez, dañan a las empresas, que al cerrar dejan de generar exportaciones. Otra medida fue permitir que ingresen capitales especulativos sin poner ningún tipo de exigencia; a Argentina pueden venir hoy e irse mañana. Y la tercera es permitir que los pocos exportadores que tenés no liquiden las divisas. Esas tres medidas son las que generaron esta crisis”.

Para la exministra de Economía de Daniel Scioli “es poco serio decir que es un problema externo, en el sentido que ya se sabía que Estados Unidos iba a aumentar la tasa de interés y eso iba a generar problemas, que debiste advertir”. 

Batakis insiste en que Cambiemos abona “la teoría neoclásica”, donde “el Estado tiene que ser mínimo, porque si hay un Estado que regula hacés menos ganancias. Es lo que se estudia hoy en las fa-cultades y ellos (por el Gobierno) aplican”. La exministra asegura que “si intentaron generar a propósito un shock, les salió mal, porque no saben la historia política de Argentina. Acá pasó el peronismo; es muy difícil que la gente se deje ajustar porque sí”. 

La mujer que manejaba los números de la Provincia asegura que el Gobierno “tenía un objetivo claro de bajar los salarios, y saben que para eso, lo más fácil es que haya inflación y devaluación. Estoy segura de que lo saben y lo quisieron hacer”.


“Acelerar la devaluación tiene mucho de maquiavélico”

“Esto tiene mucho de maquiavélico, porque el Gobierno va buscando objetivos de fondo, como la baja de los salarios, el cierre del frente externo, el acomodamiento de la macro, la licuación de ciertas partidas de gasto”, dice Agustín D’Attellis.

“Acelerando la devaluación, el Gobierno fue al FMI (a pedir adelantos) con el trabajo sucio hecho, con el dólar a 40 pesos, y con proyecciones de superávit para el año que viene. Con este nivel de dólar, en 2019 podemos tener entre 3.000 y 3.500 millones de dólares de superávit comercial, cuando venimos de alrededor de 10.000 palos de déficit”, ahonda el director de Agora Consultores.

“El déficit en la cuenta turismo de 10.000 millones se cierra con este dólar, y la fuga de capitales va a quedar reducida a los grandes capitales. Los que vendieron Lebacs y compraron dólares a 20 pesos ya se fueron, y el chiquitaje se va a reducir un montón. Corregiste eso y pulverizaste los salarios en dólares, por lo tanto no sé si fue inocente el mensaje televisivo de Macri de un minuto cuarenta que inició la corrida cambiaria. Estos tipos, si de algo entienden es de mercado”, asegura el economista. 

Ante la consulta de La Tecla, D’Attellis indica que con esta devaluación, “la contracara es que la industria local se destruye, porque la competitividad le mejora la performance a los sectores vinculados con la ex-portación, que no son muchos en Argen-tina. El entramado industrial fuerte está volcado al mercado interno, y ese se va a hacer mierda. Eso genera más desempleo y aumento de los niveles de pobreza”.


“La convertibilidad no es una salida real en este momento”

“El mercado corrige lo que el Gobierno no ha podido corregir”, dice Fausto Spotorno sobre la crisis, y sostiene que el argentino no es un problema de teoría económica o de la aplicación actual de neoliberalismo. “Nosotros probamos todos los regímenes económicos y todos nos dieron mal, no es un problema de sistema monetario”, asevera.

El director del Centro de Estudios Económicos de Orlando J. Ferreres & Asociados considera que “en el fondo es un problema político; tuvimos una clase política que se encargó, en treinta años, de destruir la moneda”. 

Ante los rumores surgidos en Estados Unidos, Spotorno opina que la convertibilidad “no es una salida real”, porque “atrás de la inflación y del tipo de cambio inestable que tiene Argentina hay un sistema regulatorio totalmente deficiente. La convertibilidad, con este sistema actual va a hacer subir el desempleo”. Aunque aclara que “si ponés una convertibilidad a 100 pesos (por dólar), por ahí anda por un tiempo hasta que el tipo de cambio se atrase” y el problema resurgiría. 

“En los ‘90, la convertibilidad duró muchos años porque se hicieron, al inicio, muchas reformas estructurales, que le dieron a la economía la flexibilidad que necesitaba; porque con el tipo de cambio fijo, la regla monetaria se vuelve fija, entonces la economía debe ser más flexible”, compara respecto a la era Cavallo. Y agrega: “Hoy tenés una economía muy rígida, entonces, si fijás el tipo de cambio, la economía no va a poder ajustar ni por precios ni por otras vías”. Por último, para Spotorno “la dolarización es como la convertibilidad, pero quemando los puentes”.


“Los mercados advirtieron que al Gobierno no le da el piné”

“Lamentablemente, en el último bimestre del año pasado, los mercados advirtieron que al Gobierno no le da el piné para hacer las reformas, y tomaron la decisión de hacer las reformas que el Gobierno no hace. Lo que ha pasado acá es que el Gobierno fue incapaz de generar competitividad por medidas de políticas públicas, y ante esa incapacidad, los mercados se han arremangado y han dicho ‘si vos sos incapaz de ha-cerlo con leyes, lo vamos a hacer nosotros con la tasa de interés, con el dólar y con la cotización de los bonos’”, resume Santiago Montoya sobre el núcleo de la crisis.

El extitular de Agencia de Recaudación de la provincia de Buenos Aires se muestra “convencido de que el Gobierno no tiene la intención de hacer las cosas mal, sino que no tiene la menor idea de encarar un problema como el que tenía la economía al momento de asumir. No estuvieron preparados para la enorme complejidad de la economía argentina y de la construcción política que hacía falta para poder resolver los problemas complejos y profundos. Se la pusieron de sombrero porque simplificaron el problema”. 

Además, “la primera conciencia de este problema la toman (en el Gobierno) con el desastre de la seudorreforma previsional de noviembre del año pasado. Ahí, con una reforma absolutamente pedorra, que no resolvía ningún tema de fondo, se dan cuenta que temas así no pueden ser encarados sin una construcción política que los respalde. Y ahí es también es donde los mercados toman conciencia de que el Gobierno no tenía uñas para guitarrero. Eso se corona con la conferencia de prensa del 28 de diciembre (cuando cambian las metas de inflación)”. 
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