Crecencio Galano casi no pudo defenderse. Acababa de salir de terapia intensiva, adonde había pasado 45 días internado a causa de problemas cardíacos. Había perdido masa muscular y motricidad, ya no podía caminar (usaba silla de ruedas) y apenas conseguía darse vuelta en la cama sin ayuda. Desde allí vio llegar a su asesino e intentó una pequeña reacción: en sus manos y antebrazos quedaron las marcas de múltiples cortes y puntazos provocados por un cuchillo tramontina. Quedó boca arriba, con 14 puñaladas en el cuerpo. Se cree que Irene, su madre, intentó protegerlo y que por eso quedó tirada sobre él con los brazos abiertos en cruz y 10 puñaladas en el pecho.
Con este cuadro, que recién logra reconstruirse ahora gracias al trabajo de los peritos, se encontró un familiar en la tarde del domingo 22 de noviembre en una casa de Mar del Plata. El doble crimen aún es un enigma y los investigadores sólo cuentan con una pista para resolverlo: un pelo, hallado en la palma de la mano de Crecencio.
Aún no se explica cómo fue que la casa estaba cerrada por dentro, con llaves y pasadores. Ni por qué se encontraron varios fajos de dinero (pesos y dólares) y una lata con alhajas de oro y plata.
Las víctimas fueron Irene Marta De Rosa, de 75 años, y Crecencio Galano (alias "Enzo", de 50 años). Las halló el empresario Pascual Galano (75), esposo de Irene y padre de Crecencio. El tiene su coartada: ese día no estuvo en la casa, permaneció en el balneario Torreón (es el propietario) y estuvo con su nieto. Antes de regresar a su casa, pasó a tomar un café con su hermano.
Igual, los investigadores le tomaron muestras de sangre y cabellos y las cotejan con los rastros recogidos en el chalé de Edison 126, en el barrio Puerto. La pericia la dispuso el fiscal Marcos Pagella, que por ahora se maneja en el desconcierto: "No podemos descartar ninguna hipótesis"
Pese a que Pascual Galano dijo que de la casa faltaron 10 mil pesos, para los investigadores la teoría del robo es endeble: "Levantabas una revista y aparecía un fajo de guita, metías la mano en un saco y sacabas un toco de dólares", reveló a Clarín un policía que estuvo en la escena. Había más de 30 mil pesos. Según el empresario, tenían esa suma en la casa por si entraban ladrones; ya habían sido asaltados dos veces y creían que el dinero podía servirles para evitar ser maltratados.
Al policía un detalle le llamó la atención: el contenido de todos los cajones estaba en el piso y los cajones, sobre la cama. "Siempre es al revés: los ladrones vuelcan el contenido en la cama y tiran los cajones al suelo". Su hipótesis es que la escena "pudo haber sido montada".
Pero ¿cuál fue la vía de escape? Nadie puede responderlo: la puerta del frente estaba cerrada, con las llaves puestas en la cerradura y un pasador independiente, corrido; las tres persianas de madera, las dos del frente y la del altillo estaban bajas hasta el piso (además, todas tienen rejas); al fondo del chalé hay un paredón de 3,5 metros, difícil de trepar, que está pintado de blanco y no tenía huellas. Una escalera de madera estaba en el lugar de siempre: apoyada en el piso, horizontal, sobre una pared lateral del patio. Un dato: en la casa hay un sistema de alarma monitoreada, con la que eran muy "cuidadosos", que no se activó.
Pascual Galano ahora duda sobre si cerró con llave la puerta del garage al salir hacia la playa, media hora antes del mediodía de aquel domingo. Contó que, cuando regresó (entre las 20 y las 20.30), abrió la puerta del garage y guardó su Peugeot 605. Que encontró la puerta siguiente, que comunica el garage con la casa, semiabierta. Y luego, el horror.
Lo único fuera de lugar que hallaron los peritos, más allá del pelo, fueron una campera de náilon y un manojo de llaves que no pertenecen a la casa. Todo está siendo peritado. Lo que no se pudo anexar al expediente son las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad de la Casa de Italia, ubicada justo enfrente: las lentes ofrecen una zona ciega, justo los diez metros de frente del chalé de los Galano.
Fuente: Diario Clarín
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