Actualizado: Martes, 23 abril 2024
20:20Hs.
La Plata
De Vido y el molino Cañuelas detrás de la crisis del trigo
Con la exportación de trigo casi cerrada, el precio del cereal lo fija Moreno y el lobby de la Federación Argentina de la Industria Molinera, que reúne a los grandes intereses, entre ellos Cargill y Cañuelas
El sector agrario se caracteriza por dar alarmas: visto de ese modo, la Asamblea de Productores Trigueros en Tres Arroyos –el pasado lunes- no fue mas que un nuevo llamado de atención y hasta un pedido elíptico al Ejecutivo para que se apliquen medidas que impidan “la desaparición” de los chacareros, que llegan a producir "a pérdida".
El tema viene coordinado por el polémico secretario de Comercio, Guillermo Moreno, que desde 2006 marca las reglas de un juego en el que cada vez hay menos participantes. Hace cuatro años, Moreno se colaba en un negocio millonario articulado por la gran industria molinera que, de alguna forma, somete a los trigueros con un precio “arbitrario”, según juzgó en diálogo con LPO Jorge Solmi, diputado provincial y vicepresidente de la comisión de Asuntos Agrarios.
En 2006 y luego de una helada, Moreno abrió las puertas a su particular metodología de negociación: para cuidar el abastecimiento interno, cerró la exportación, dejando desierta la puja que se daba entre los exportadores y los molinos, que eran los que “tironeaban” por la demanda de trigo y así, formaban un precio.
A partir de allí, sin tener en cuenta el precio externo, el valor de la tonelada es fijado por los molinos, principalmente, por la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM), encabezada por Alberto España y en donde confluyen los intereses de los grandes molinos, cítese Cargill o Cañuelas, este último, en donde el propio ministro Julio De Vido tendría algún interés o participación, según versiones de fuentes agropecuarias a LPO.
Completa el frente de los molineros la Asociación de Pequeñas y Medianas Industrias Molineras de la República Argentina (APYMIMRA), de menor peso en comparación con España, de buen diálogo con el kirchnerista Moreno, con el que suelen compartir reuniones.
Exportación cerrada
A partir de 2006 y con intermitencias, el gobierno permite exportar trigo esporádicamente, es decir que “la exportación de trigo está casi cerrada. En plena cosecha se cierra la exportación, y al hacerlo, cae el precio del trigo”, fundamenta Solmi.
Al caer el precio y no haber otro mercado más que el interno, el precio lo marcan los molinos. Cabe aclarar que en Argentina son dos los grandes grupos que siembran trigo: el sector del sur, que tiene un mercado cautivo ya que su tierra no da para otra cosa que la cosecha fina –trigo o sevada-, y el resto de los productores, que hacen la correspondiente rotación de los campos y a la vez siembran trigo por una necesidad financiera: “se siembra trigo para tener dinero en diciembre o enero, cuando se cosecha, prácticamente la necesidad de venderlo es inmediata”, explica el diputado.
La inmediatez de vender el trigo pasa por saldar los compromisos asumidos. No pasa lo mismo con los molinos, que aprovechan que la exportación de trigo está cerrada y el precio caído para comprar barato y luego salir a vender cuando se abre la exportación. Pero además, con el cierre de la exportación de trigo, Moreno le facilitó otro negocio a los molinos, una arista no explotada a nivel internacional: la exportación de harina.
Precios convenientes
El exportar harina no es un mercado “que exista en el mundo”: hay 130 millones de toneladas de trigo en el mercado mundial, y sólo 10 millones de harina en el mercado mundial, concentrado en buena parte por Europa del Este. “Argentina exporta harina como un fenómeno único y en precios de dumping, porque está subsidiado por la política agropecuaria y por el bolsillo del productor”, afirma Solmi.
“El único que hoy puede comprar el trigo es el molino local, que pesca en una pecera: compra el trigo en la calidad que quiere y muy barato, y luego vende la harina a precio internacional e incluso un poco más barato, porque está subsidiada por los productores de trigo. El productor agropecuario subsidia a la industria molinera en harina que va a la exportación”, dispara el diputado.
A la vez, Solmi reconoce como un precio “normal” que se paguen los U$S650 la tonelada de trigo “y estamos lejos de eso”, aclara y agrega: “No hay precio normal porque no hay un mercado fluido. La realidad es que está prohibida la venta de trigo, no está escrito en ningún lado porque no hay norma ni nadie que tuvo la responsabilidad de firmar un documento, es todo normativa telefónica, pero es esta la realidad. El molino compra a un 30% más barato de lo que debería”.
Beneficios
Por otro lado, Pablo Adreani, director de la consultora agropecuaria AgriPac, remarcó en diálogo con LPO que “la harina tiene un diferencial arancelario: sus retenciones son menores que las del trigo, eso implica un beneficio para producir y exportar”.
Además, y en consonancia con lo sostenido por Solmi, Adreani advierte del riesgo de no contar con “un mercado de exportación como referencia, que implica que el precio lo fijan sólo los molinos”.
Además, las fuentes del sector se quejaron frente a LPO de que “las compensaciones anunciadas hace dos años no llegaron nunca: era la diferencia entre el precio de abastecimiento –fijado por Moreno- y el FAS teórico –precio internacional del trigo menos los gastos y derechos de exportación-”.
"Reglas claras y parejas"
El pedido de los productores de trigo incluye “reglas claras y parejas”, para evitar que la actividad siga cayendo como viene sucediendo desde 2008, “fecha en que Moreno inventa la matriz de seguridad alimentaria, que calcula cuánto trigo necesitamos los argentinos para comer. Ese trigo para comer no está permitido para la venta, pero el valor lo maneja discrecionalmente el secretario de Comercio”, denuncian en el rubro.
Solmi propone entonces “ponerle un precio mínimo al trigo, obligatorio, cosa de tener garantías. Ya presentamos hace dos años un proyecto muy técnico a Moreno, pero no lo aceptó. El productor debería tener un precio mínimo como sostén y en el entretanto recular el mercado. Eso va a dar volumen y la matriz de seguridad alimentaria no se afectará en lo más mínimo porque habrá mucho más trigo. Habrá incluso una competencia en el mercado en la que el gobierno podrá arbitrar”, asegura el diputado bonaerense.
El tema viene coordinado por el polémico secretario de Comercio, Guillermo Moreno, que desde 2006 marca las reglas de un juego en el que cada vez hay menos participantes. Hace cuatro años, Moreno se colaba en un negocio millonario articulado por la gran industria molinera que, de alguna forma, somete a los trigueros con un precio “arbitrario”, según juzgó en diálogo con LPO Jorge Solmi, diputado provincial y vicepresidente de la comisión de Asuntos Agrarios.
En 2006 y luego de una helada, Moreno abrió las puertas a su particular metodología de negociación: para cuidar el abastecimiento interno, cerró la exportación, dejando desierta la puja que se daba entre los exportadores y los molinos, que eran los que “tironeaban” por la demanda de trigo y así, formaban un precio.
A partir de allí, sin tener en cuenta el precio externo, el valor de la tonelada es fijado por los molinos, principalmente, por la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM), encabezada por Alberto España y en donde confluyen los intereses de los grandes molinos, cítese Cargill o Cañuelas, este último, en donde el propio ministro Julio De Vido tendría algún interés o participación, según versiones de fuentes agropecuarias a LPO.
Completa el frente de los molineros la Asociación de Pequeñas y Medianas Industrias Molineras de la República Argentina (APYMIMRA), de menor peso en comparación con España, de buen diálogo con el kirchnerista Moreno, con el que suelen compartir reuniones.
Exportación cerrada
A partir de 2006 y con intermitencias, el gobierno permite exportar trigo esporádicamente, es decir que “la exportación de trigo está casi cerrada. En plena cosecha se cierra la exportación, y al hacerlo, cae el precio del trigo”, fundamenta Solmi.
Al caer el precio y no haber otro mercado más que el interno, el precio lo marcan los molinos. Cabe aclarar que en Argentina son dos los grandes grupos que siembran trigo: el sector del sur, que tiene un mercado cautivo ya que su tierra no da para otra cosa que la cosecha fina –trigo o sevada-, y el resto de los productores, que hacen la correspondiente rotación de los campos y a la vez siembran trigo por una necesidad financiera: “se siembra trigo para tener dinero en diciembre o enero, cuando se cosecha, prácticamente la necesidad de venderlo es inmediata”, explica el diputado.
La inmediatez de vender el trigo pasa por saldar los compromisos asumidos. No pasa lo mismo con los molinos, que aprovechan que la exportación de trigo está cerrada y el precio caído para comprar barato y luego salir a vender cuando se abre la exportación. Pero además, con el cierre de la exportación de trigo, Moreno le facilitó otro negocio a los molinos, una arista no explotada a nivel internacional: la exportación de harina.
Precios convenientes
El exportar harina no es un mercado “que exista en el mundo”: hay 130 millones de toneladas de trigo en el mercado mundial, y sólo 10 millones de harina en el mercado mundial, concentrado en buena parte por Europa del Este. “Argentina exporta harina como un fenómeno único y en precios de dumping, porque está subsidiado por la política agropecuaria y por el bolsillo del productor”, afirma Solmi.
“El único que hoy puede comprar el trigo es el molino local, que pesca en una pecera: compra el trigo en la calidad que quiere y muy barato, y luego vende la harina a precio internacional e incluso un poco más barato, porque está subsidiada por los productores de trigo. El productor agropecuario subsidia a la industria molinera en harina que va a la exportación”, dispara el diputado.
A la vez, Solmi reconoce como un precio “normal” que se paguen los U$S650 la tonelada de trigo “y estamos lejos de eso”, aclara y agrega: “No hay precio normal porque no hay un mercado fluido. La realidad es que está prohibida la venta de trigo, no está escrito en ningún lado porque no hay norma ni nadie que tuvo la responsabilidad de firmar un documento, es todo normativa telefónica, pero es esta la realidad. El molino compra a un 30% más barato de lo que debería”.
Beneficios
Por otro lado, Pablo Adreani, director de la consultora agropecuaria AgriPac, remarcó en diálogo con LPO que “la harina tiene un diferencial arancelario: sus retenciones son menores que las del trigo, eso implica un beneficio para producir y exportar”.
Además, y en consonancia con lo sostenido por Solmi, Adreani advierte del riesgo de no contar con “un mercado de exportación como referencia, que implica que el precio lo fijan sólo los molinos”.
Además, las fuentes del sector se quejaron frente a LPO de que “las compensaciones anunciadas hace dos años no llegaron nunca: era la diferencia entre el precio de abastecimiento –fijado por Moreno- y el FAS teórico –precio internacional del trigo menos los gastos y derechos de exportación-”.
"Reglas claras y parejas"
El pedido de los productores de trigo incluye “reglas claras y parejas”, para evitar que la actividad siga cayendo como viene sucediendo desde 2008, “fecha en que Moreno inventa la matriz de seguridad alimentaria, que calcula cuánto trigo necesitamos los argentinos para comer. Ese trigo para comer no está permitido para la venta, pero el valor lo maneja discrecionalmente el secretario de Comercio”, denuncian en el rubro.
Solmi propone entonces “ponerle un precio mínimo al trigo, obligatorio, cosa de tener garantías. Ya presentamos hace dos años un proyecto muy técnico a Moreno, pero no lo aceptó. El productor debería tener un precio mínimo como sostén y en el entretanto recular el mercado. Eso va a dar volumen y la matriz de seguridad alimentaria no se afectará en lo más mínimo porque habrá mucho más trigo. Habrá incluso una competencia en el mercado en la que el gobierno podrá arbitrar”, asegura el diputado bonaerense.
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