Actualizado: Jueves, 28 marzo 2024
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La Plata
Miguel Ángel Pichetto, el Rasputín del peronismo
Su postura de separar al PJ del kirchnerismo y su coqueteo permanente con el Gobierno lo llevan a generar desconfianza de uno y otro lado, y a ser una piedra en el zapato de quienes pugnan por un frente opositor amplio que venza a Cambiemos
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Grigori Yefímovich Rasputín (1869-1916), el místico siberiano en cuyas manos la familia Romanov puso la continuidad de la dinastía, produjo, en aquellos que aparentaba defender, la desgracia de la caída. El hombre cercano a los zares fue la clave para que la revolución terminara con la Rusia zarista, a partir de la desconfianza que generaba su ambición y las atribuciones que se tomó en nombre del espacio al que decía pertenecer.

Miguel Angel Pichetto, el senador nacido en Banfield pero con carrera política en 
Río Negro, jugó siempre cerca de los zares del peronismo. Menemista en la década de Carlos Menem, duhaldista cuando Eduardo Duhalde ocupó la Presidencia interina y fiel soldado de la dinastía kirchnerista durante los doce años de Néstor y Cristina, Pichetto siempre supo 
acomodarse al poder de turno. 

Ahora, también lo hace. Aunque no gobierna el peronismo, es una de las primeras puertas de las negociaciones cuando Cambiemos necesita ruedas de auxilio externas. Y se muestra como férreo antikirchnerista, ese espacio que defendió con pasión hasta el 10 de diciembre de 2015. ¿Para quién juega Pichetto, que en nombre del peronismo hasta llega a decir que el kirchnerismo es otro partido y cierra las posibilidades de una aclamada unificación con ese espacio? 

El y el gobernador salteño, Juan Manuel Urtubey, son quienes más lejos se muestran de Cristina Fernández de Kirchner, y fogonean una tercera posición con el eslogan de “reconstruir el Partido Justicialista” sin nada contaminado del universo K. Pronto olvidaron que ellos también pertenecieron a ese colectivo y que nunca denunciaron aquello por lo que ahora dicen espantarse.

Pichetto se lanzó en La Plata como precandidato presidencial, en un acto donde se habló de renovación pero en la primera fila prevalecían dirigentes canosos de la vieja guardia. Sin jóvenes, sin mujeres, casi sin representantes de la provincia en la que reside desde 1976.

“Esto no es la avenida del medio, es una construcción nítida que se diferencia de la construcción de Unidad Ciudadana, que es un espacio de centroizquierda”, disparó en aquella oportunidad, el 9 de agosto, en el teatro Metro de la capital provincial.

El senador asegura que no es “una avenida del medio”, pero, claramente, entre “la centroizquierda” kirchnerista y Cambiemos, lo que queda es el medio, un lugar cada vez más simpático para algunos dirigentes del peronismo. Quienes acusan a Pichetto de jugar para el Gobierno señalan la división como el peor escenario para el PJ.

Las encuestas marcan un alto nivel de rechazo hacia Mauricio Macri y hacia Cristina Fernández, la bipolaridad con la cual la política argentina se entretuvo en los últimos diez años. Pero nadie capitaliza eso. Entonces, la síntesis da cuenta de que hay una división de tercios entre quienes siguen a Macri, quienes siguen a Cristina y quienes buscan otra opción. Un escenario que el peronismo en pos de la unificación quiere evitar. Pero si hay posiciones irreductibles de cerrar la puerta al espacio de la expresidenta (aunque ella no sea la candidata), la unidad seguirá siendo una utopía.

“Lo putean todos, hasta en arameo”, graficó ante La Tecla un dirigente bonaerense del denominado kirchnerismo dialoguista (hay un sector que se muestra más cerrado). A su lado, un integrante de la juventud peronista remató: “El juego de Pichetto garantiza la continuidad del Gobierno”. 

Algunos comentarios llegan hasta expresiones soeces sobre la descripción de las relaciones entre Pichetto y el gobierno de Cambiemos. Sólo las aplican al rionegrino, ni siquiera se atreven a tanto con los intendentes bonaerenses del PJ que tienen diálogo fluido con el Ejecutivo bonaerense y facilitan votaciones legislativas de las leyes que pide Vidal. 

El “peronismo perdonable”, como califica Jorge Asís a quienes conversan con el Gobierno, tiene para el kirchnerismo niveles distintos de “traidores”. Pichetto está prácticamente solo en el primer escalón; lo sigue el gobernador de Salta; y más abajo califican Sergio Massa y Florencio Randazzo. Con estos dos últimos, el diálogo es todavía posible, incluso cuando se le atribuye a Massa mucha influencia sobre el rionegrino y sus acciones, hasta considerar al tigrense como una especie de guionista del senador en algunos temas. 

El “Rasputín del PJ” hace su juego en nombre de la dinastía con la que creció en política, pero empieza a ser una pieza clave para quienes pretenden que esa dinastía no vuelva a conquistar el sillón del imperio.


Caída del amo y señor

En la provincia de Río Negro, Miguel Pichetto supo ser dueño de las decisiones políticas luego del fallecimiento del gobernador Carlos Soria, en 2012. Sin embargo, su liderazgo duró poco. Como principal referente político no pudo contener dentro de la estructura del FpV-PJ a un as-cendente Alberto Weretilneck que, entre gallos y medianoche, dio el portazo a la coalición gobernante y arrebató gran parte de los referentes peronistas para la conformación de su partido provincial.

La influencia del todopoderoso senador no se capitalizó en el gabinete provincial. Su hijo, Juan Manuel Pichetto, dejó la cartera de Producción en agosto de 2012, y con él, varios de sus discípulos se fueron del gobierno. En ese mismo año, las rencillas comenzaron a profundizar la grieta dentro del peronismo en la Cámara de Diputados, que por primera vez se dividió en dos bloques con posturas irreconciliables.

El turno electoral de 2015 avizoraba un Miguel Pichetto como líder natural para retomar el rumbo político a un Río Negro peronista. El nombre del legislador nacional se vio plasmado en las paredes de todas las localidades, y el entusiasmo por alcanzar la gobernación parecía un hecho. Sin embargo, las elecciones desdobladas en la provincia patagónica mostraban que las principales intendencias caían bajo la seducción del proyecto partidario de Alberto Weretilneck. 

Municipios como Villa Regina y San Carlos de Bariloche quedaron en manos de una nueva fuerza política, mientras que Cipolletti y Viedma se rindieron electoralmente a Cambiemos, siendo la capital la muestra cabal de un liderazgo cimentado sobre barro, y lugar donde el mencionado hijo del senador no pudo arrebatar la intendencia al radicalismo. 

El tiro de gracia llegó con las elecciones generales en junio de 2015. El hombre fuerte del Frente para la Victoria, y que contaba con la bendición de Cristina Fernández de Kirchner, fue humillado en las urnas. El 34 por ciento de los votos no fue suficiente pa-ra levantar cabeza frente a un Weretilneck que obtuvo más del 50 por ciento en esos comicios. Por segunda vez, Pichetto perdía la gobernación (en 2007 ya había caído, frente al radical K Miguel Saiz), y con ese vergonzoso fracaso comenzó a esfumarse el caudal político en su principal bastión. 

Como presidente del justicialismo en la provincia, y un mes después de su derrota, tuvo que ceder su lugar al intendente de General Roca, Martín Soria. Sus principales armadores y aliados empezaron a pasarle factura por el traspié electoral y su bene-volencia con las medidas del gobierno de Mauricio Macri.

En la agenda local, su influencia se vio perjudicada por la postura en defensa de la instalación de una planta nuclear en la localidad de Sierra Grande, municipio del cual fue concejal y jefe comunal a fines de la década del ochenta. El proyecto que impulsaba el gobierno de Cambiemos generó un amplio rechazo, y en la Cámara de Diputados fue unánime el respaldo a la iniciativa que prohíbe su radicación. Con este tropezón, un nuevo fracaso se sumaría a la lista.

Por otra parte, sus intendentes se encolumnaron detrás de Martín Soria, el referente que más mide para alcanzar la gobernación en 2019. Asimismo, en la Legislatura provincial, solamente tres diputados siguen a su lado, de los 16 que conforman la bancada peronista.
En la Cámara de Senadores de la Nación, en tanto, perdió el apoyo de Silvina García Larraburu, quien, sin pensarlo, dejó el bloque de Peronismo Federal para alinearse 
a la estructura de Unidad Ciudadana, que lidera la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Las nuevas pretensiones presidenciales no hicieron eco en Río Negro. Durante su lanzamiento en la capital bonaerense, solamente dos diputados y un dirigente sindical fueron sus acompañantes. Las dudas son todavía mayores en el contexto de presentar candidatos propios. Los antecedentes no son alentadores, el liderazgo político se desvaneció; y es el currículum que Miguel Pichetto no quiere mostrar como carta de presentación. 


"¿Y a mí por qué me miran?" (por Ricardo Rouvier)

En estos días, la memoria se ve estimulada debido a que los argentinos estamos re-pitiendo una crisis económica. Algunos rememoran el período 2001/2002; y mucho más si aparece Eduardo Duhalde en los medios, o el nombre de Roberto Lavagna, que aparece también en las versiones de un escenario de emergencia. Se habla de gobierno de coalición, o de adelantar las elecciones, pero también se menciona la necesidad de la aprobación de la ley de Presupuesto para dar señales de seguridad a los mercados y al FMI. 

En los rumores aparece, además, el nombre del senador Pichetto; un peronista de la vieja guardia, líder de su bancada, claramente antikirchnerista y que mantiene una fluida comunicación con los gobernadores. Hace poco ubicó al peronismo en el centro, para diferenciarlo del kichnerismo. Por supuesto que para éste, Pichetto es de “derecha”, a pesar de los servicios prestados a los tres gobiernos K. Pero su posicionamiento corresponde al Peronismo Federal, que podríamos caracterizar como más ortodoxo. Sería un justicialismo que ocupe la avenida del medio y que coincide con gran parte del Frente Renovador. Ese es un espacio en construcción, del cual aún no ha emergido un liderazgo claro y definido. 

Es un dirigente prudente, con experiencia, y tiene una vieja cuenta con Néstor y Cristina respecto a su intento de ser gobernador de Río Negro. Su lealtad y su devoción, sobre todo a Néstor, le llevaron a que se mantuviera por una década en el Senado. Desde diciembre del 2001 que está en la Cámara Alta, y en el trayecto quiso aspirar al máximo cargo provincial, pero se quedó donde estaba, sacrificando su propio deseo. 

Ahora, algunos imaginan paralelas entre Duhalde y Pichetto; entre aquel diciembre del 2001 y la actualidad. Por supuesto que la historia nunca se repite en forma idéntica. El senador rionegrino mantiene buen diálogo con el oficialismo y con otras fuerzas políticas, y si el kirchnerismo quisiera, también lo haría con ellos. Claro, su distancia con el Gobierno de Macri es mucho menor que la de la oposición más virulenta.

El podrá o no convertirse en un factor en el caso de una transición, pero lo que es claro es que es referente en las diversas especies que se arman alrededor del destino de un Gobierno que, ante la perplejidad de la mayoría de los gobernados, se va debilitando velozmente. 


Fuera de los sondeos de su tierra

Analistas políticos y sondeos de opinión consultados por La Tecla ya no toman en cuenta la imagen del senador Miguel Angel Pichetto. Ven con poco optimismo el futuro de su proyecto político en la provincia de Río Negro, como así también la preferencia del electorado en los próximos comicios. En la actualidad, las intenciones del voto peronista están capitalizadas por el presidente del justicialismo rionegrino, Martín Soria, y, en menor medida, por la alternativa que pudiera representar el vicegobernador, Pedro Pesatti.


El árbitro y un penal dudoso

Pichetto es una de las principales figuras en el manejo del Senado de la Nación, y varios lo ven como el árbitro que equilibra fuerzas entre el Gobierno y el kirchnerismo. En los próximos días, el rol de la Cámara Alta será fundamental si el juez Claudio Bonadío pide el desafuero de Cristina Fernández en la causa de los cuadernos. 

Con Cambiemos obligado a votar a favor de la solicitud del magistrado y los K en contra, la mediación del Peronismo Federal volverá a ser clave, y, otra vez, habrá libertad de acción en el bloque que preside el rionegrino. De todos modos, Pichetto ya adelantó su postura contraria a desaforar a la expresidenta.

¿Salvar a quien aparece como su enemiga, que si llega a ir presa dejará un camino más liberado a sus aspiraciones? No parece una jugada política estratégica. Sin embargo empiezan a operar otras sospechas. ¿Verdaderamente Macri quiere el desafuero? La necesita él más en la cancha que Pichetto afuera. Sobre estas especulaciones, también se habla en el Congreso, donde las reuniones en las últimas semanas han sido una constante.

Una de esas reuniones, sucedida en medio de la tormenta cambiaria y en el peor momento del Gobierno, juntó a oficialistas y opositores preocupados por la gobernabilidad. Se analizaron todos los escenarios posibles, hasta el más drástico para el oficialismo: que todo desembocara en una Asamblea Legislativa para nombrar un jefe de Estado de transición.

Aunque los dirigentes de Cambiemos nunca dejaron que la versión tomara el vuelo suficiente como para convertirse en una posibilidad cierta, el tema estuvo sobre la mesa, y sobre ella, Pichetto jugó su carta. Las versiones posteriores indicaron que en caso de llegarse a un escenario espejo al de 2001, la figura del rio-negrino sería considerada para ese rol. A sabiendas de que en el oficialismo también le desconfían, y que en el kirchnerismo iban a hacer todo lo posible para que no llegara a ese escalón, esa chan-ce aparece todavía más remota que la salida anticipada de Macri.


"Sabe que tiene pocas chances de ganar"

El analista y director de la consultora Llorente & Cuenca, Mariano Vila, dialogó con La Tecla y analizó el presente de la figura del senador Miguel Angel Pichetto respecto de sus aspiraciones de cara a 2019. En este sentido afirmó: “Cuando Pichetto perdió las elecciones en 2015, y de la manera que las perdió, no solo por la diferencia, sino por el po-co respaldo en las economías regionales que terminó impactando, dijo que en la provincia no iba a participar de manera activa en la política y les dio lugar a los más jóvenes. A pesar de ello, siempre tiene sus redes en Río Negro y sigue articulando algunas cosas para ayudar con algunos funcionarios, pero políticamente se abrió”.

En referencia a sus pretensiones de pelear por el sillón de Rivadavia, Vila enfatizó: “Creo que su precandidatura a Pre-sidente tiene que ver con juntar votos en una interna y después direccionarlos a otro candidato, porque él sabe que tiene pocas chances de ganar; pero si está la posibilidad, lo va a hacer”.

Sobre su presente, afirmó: “Pichetto sigue estando activo y nadie habla que perdió una elección por 20 puntos, me parece que eso será un capítulo de una novela que veremos el año que viene. Ahora, lo que está haciendo es una ju-gada política al interior del peronismo. Le está diciendo a la gente que lo respalda que está jugando para ordenar ciertos grupos que pueden apoyarlo, pero, según mi opinión, lo hace para consolidar la mejor opción del peronismo”.


Cerca del senador aparece un ignorado que busca volver

Florencio Randazzo dijo en más de una oportunidad que se encargaría de renovar el peronismo y dejar de lado la figura de Cristina Fernández. Para ello eligió el silencio y no criticar a Cambiemos. Pagó un alto costo y el grueso de la dirigencia peronista ya no lo considera un par. 

El exministro del Interior eligió una estrategia bastante particular mucho antes de la debacle electoral del kirchnerismo. 

En 2015, eclipsado por Daniel Scioli en sus aspiraciones presidenciales, declinó la chan-ce de ser el candidato del Frente para la Victoria para la gobernación bonaerense. 

Desde allí, el “Flaco” hizo gala del silencio político y pocas fueron sus apariciones. Una de las más recordadas fue en enero de 2016, cuando acompañó a Mauricio Macri en el anuncio de la continuidad de las obras en el ramal ferroviario que une La Plata con la Ciudad de Buenos Aires. Fue el único ministro del kirchnerismo que se sacó una foto con el Presidente.
En 2017 eligió presentar una línea paralela a Cristina Fernández y Unidad Ciudadana. 

Esa jugada fue catalogada por la gran mayoría de los analistas políticos como “servil a Cambiemos”, que al final se quedó con el triunfo en la provincia de Buenos Aires. Después, el chivilcoyano volvió al silencio, y ahora, tibiamente, pretendería regresar.

Según supo La Tecla, si bien manda a sus alfiles, como Florencia Casamiquela, a participar de las reuniones del Peronismo Federal, Randazzo quedó totalmente marginado. La dirigencia con poder, ya sea territorial o legislativa, prácticamente lo ignora. Lo mismo le pasa al diputado nacional Diego Bossio.

A pesar de ello sueña con volver a ser uno de los nombres que formen parte de la papeleta en 2019, y aceptaría, o rogaría, mejor dicho, que lo consideren para la Gobernación, aquella postulación que despreció en 2015. Por eso ensaya el acercamiento al Peronismo Federal de Pichetto. Pero el escenario es complicado y está a un paso de quedar definitivamente en los umbrales del ocaso. “A Pichetto, por lo menos, lo putean; a Randazzo ni lo nombran”, bromeó un peronista del Senado bonaerense.


Los gobernadores no le dejaron lugar para la negociación con Nación

Contrarreloj, el gobierno de Mauricio Macri necesita cerrar con todos los actores posibles la aprobación del Presupuesto 2019, y la negociación con los gobernadores del peronismo es la lla-ve por la cual el Presidente podrá contar con la Ley de Leyes en su último año de mandato. Por eso, las reuniones de este martes, 11 de septiembre, han sido claves para avanzar en el acuerdo.

Pero los jefes territoriales del peronismo no quisieron interlocutores extras en la negociación, y dijeron que primero se sentarían ellos con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y con el presidente de la Nación, y que las charlas con los representantes legislativos llegarían más tarde.

Relegaron de esta manera a Miguel Pichetto de esa mesa en la que el rionegrino se relamía por estar. Pero no fue el único que debió verla desde afuera. Sergio Massa, quien en las últimas semanas salió a levantar su perfil con las viejas aspiraciones de volverse a anotar en la carrera presidencial, también pretendía estar, pero los gobernadores (ya sean los más dialoguistas como los más enfrentados al Gobierno) tabicaron las conversaciones sólo para quienes están al frente de los ejecutivos provinciales.

Massa y Pichetto se han mostrado juntos en más de una oportunidad, y desde distintos sectores comienzan a advertir que el senador, en algunas cosas parece el vocero del tigrense.

“Massa le hace los libretos y Pichetto interpreta el papel de negociador por un lado y de opositor por el otro”, comentó ante La Tecla un dirigente bonaerense de Cambiemos, que, no obstante, se mantiene bastante al tanto de las negociaciones que se llevan adelante en el peronismo que se muestra dispuesto a ayudar al Gobierno pero que cada vez necesita tomar un rol más opositor.
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