03/02/2010 - 15:25hs.
Mitos y verdades sobre el Combate de San Lorenzo
Mitos y verdades sobre el Combate de San Lorenzo, una gesta histórica que marcó un antes y un después en la historia argentina
Imprimir | + - Tama�o

El domingo 30 de enero de 2005, en el diario “La Nación”, Sección 7 - “Enfoques” - apareció un artículo firmado por Fernando Halperín que lleva por título: “El combate más glorioso”. Se refiere a la única batalla que José de San Martín libra en estas tierras. Específicamente en San Lorenzo, al norte de Rosario. El colega periodista aclara varias circunstancias que la historia escolar deforma o ignora. Sólo es cuestionable la exageración del título.

 

En esta nota intentaremos dilucidar algunos interrogantes. A saber: 1. ¿Es el “combate más glorioso”?; 2. ¿Es rojo el pabellón del enemigo como dice la Marcha de San Lorenzo?; 3. Los granaderos: ¿enarbolaron la bandera argentina?; 3. En este combate: ¿sólo intervienen los granaderos? 4. ¿Es un traidor el oficial español Juan Antonio de Zabala?; 5. ”Cabral soldado heroico” : ¿es soldado o sargento?; 6. ¿Es un esclavo negro?; 7. ¿Qué balbucea Cabral antes de morir?; 8. ¿Muere Cabral en el campo de batalla? y 9. ¿Se enfrentaron ambos bandos en lo que hoy se conoce como Campo de la Gloria?.

 

Veamos…

 

¿Es el “combate más glorioso”?

 

San Martín es el más grande libertador si lo miramos desde la óptica de su lucha por establecer una Patria Grande en la que confluyen las Provincias Unidas (Argentina, Chile, la Banda Oriental, Paraguay, Alto Perú) con la Gran Colombia (Venezuela, Colombia, Perú) y con la Confederación Centroamericana. O sea, un poquito más allá de la General Paz. Sus enormes triunfos están presentes en las campañas a Chile y Perú.

 

Ahora, desde un punto de vista más local, es indudable que mucho “más libertador” es el salteño Martín Miguel de Güemes quien lucha por varios años o Belgrano, por su gran actuación en Tucumán y Salta.

El Libertador no es un improvisado. En 1808, como capitán primero, participa a favor de España en la batalla de Bailén. Este enfrentamiento duranueve horas y chocan allí más de 20.000 hombres. En San Lorenzo, se enfrentan unos 400 hombres durante 15 minutos. Seguramente es un combate duro, pero insignificante comparado con el de Bailén.

 

Las fuerzas realistas pierden 40 hombres y muchos quedan heridos. Debido a que el capitán Justo Bermúdez realiza un rodeo muy grande, llega tarde al combate y escapan muchos españoles para refugiarse en sus buques. Nuestro ejército pierde 16 hombres.

 

Por otro lado, la táctica militar empleada por el “Santo de la Espada”, que consiste en una maniobra envolvente, es tomada de Napoleón.

 

Con esta victoria se evita que los realistas controlen las costas del Paraná, pero la paliza propinada por San Martín no es suficiente, ya que más adelante realizan nuevas incursiones sobre la costa de Tigre y San Fernando.

 

¿Es rojo el pabellón del enemigo como dice la Marcha de San Lorenzo?

 

Dice la Marcha de San Lorenzo, de Cayetano Alberto Silva –autor de la música-  y Carlos Javier Benielli –autor de la letra-: “Avanza el enemigo/ a paso redoblado/ al viento desplegado/ su rojo pabellón”.

Según el historiador del revisionismo latinoamericano Norberto Galasso, la bandera enemiga “debió ser roja y gualda”. Hubiese sido roja si “usaran el pendón de castilla”.

 

Los granaderos, ¿enarbolaron la bandera argentina?

 

Evidentemente, es un detalle menor el color de la bandera realista. Pero, ¿qué pasa con la de este lado del Plata?

 

Pasemos de la Marcha de San Lorenzo a la Marcha a la Bandera: “Aquí está la bandera que un día/ en la batalla trémolo triunfal/ y llena de orgullo y bizarría/ a San Lorenzo se dirigió inmortal”. La letra es hermosa. La música es muy pegadiza... el problema es que no enarbolaron bandera argentina alguna.

Retrocedamos. El 27 de febrero de 1812, en Rosario, Manuel Belgrano levanta la insignia celeste y blanca. Tres meses después, hace lo mismo en Jujuy. El Triunvirato desaprueba la acción. Hay dudas entre los historiadores si en 1813 se da vía libre a la utilización de nuestra bandera. Lo cierto, es que para Vicente Fidel López “sólo a fines de 1814 o 1815 –aún antes de declararse la independencia en Tucumán- se habría empezado a enarbolar bandera propia”.

 

Es más, uno de los padres de la Historia Oficial expone que “en el ejército de la capital no se habían usado, hasta 1814, más banderas que la española...con las cuales habían sitiado a Montevideo, bajo el mando de Rondeau, las mismas banderas con que Brown había batido y destruido a la escuadra española, con que Alvear había tomado la plaza de Montevideo”.

 

Luis Cánepa cita a Juan Manuel Beruti, que en sus “Memorias curiosas” enuncia que “aún en 1814 se usaba la bandera española”.

 

¿Sólo intervienen los granaderos en el combate?

 

A los 120 hombres que acompañan a San Martín se suman, cerca de Rosario, unos cien milicianos santafesinos a las órdenes de Celedonio Escalada.

 

Precisa Fernardo Halperín que “San Martín venía en camino cuando Celedonio Escalada, comandante militar de Rosario, descubrió a los invasores. Tenía bajo su mando a 58 gauchos mal armados y un cañoncito de montaña con el que les tiró a los realistas desde la orilla, que le devolvieron el favor desde sus barcos con todo”.

 

Manifiesta Galasso que “esta tesis de la participación de los milicianos santafesinos –que no recogen la mayoría de los relatos- se encuentra ratificada en el parte de guerra de los realistas”. Parece ser que el error lo comete el mismo Libertador al emitir el primer parte militar en el que omite la actuación de los santafesinos. En uno posterior, se corrige y valora “la actividad y celo de los jefes milicianos”.

 

¿Es un traidor el oficial español Juan Antonio de Zabala?

 

José Pacífico Otero comenta que Zabala, jefe de los realistas, una vez derrotado, se presenta a San Martín solicitándole alimento para sus heridos. El prócer máximo está de acuerdo y lo convida con “un suculento desayuno”.   Zabala, un año después - en Mendoza- le ofrece sus servicios. San Martín no duda en “ponerlo bajo sus auspicios acordándole una modesta pensión”.

 

Para el cardiocirujano René Favarolo, la hidalguía de San Martín explica su accionar.  Comenta la historiadora Patricia Pascuali que “Zabala se llevó tan buena impresión de su vencedor que desde entonces quiso servir a sus ordenes”.

 

Para Galasso “no se trata de ‘buena impresión’ –que implícitamente alude a la generosidad e hidalguía de San Martín – sino que en lo profundo del episodio subyace la tendencia a confluir entre los revolucionarios de España y América, alentados, todavía a principios de 1813, por idénticos objetivos democráticos”. Amplía el autor de “Jauretche y su época”: “Sabedor (San Martín) del fuerte influjo de las nuevas ideas sobre los oficiales españoles, ¿cómo no demostrarle a Zabala que quienes luchaban en nombre de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, quienes hablaban de ‘Libertad, Igualdad y Fraternidad’, procedían consecuentemente? ¿Cómo no intentar convencerlo a Zabala de que el absolutismo era una mala causa y de que, sin considerarse un renegado, debía pasarse a las filas de la Revolución?”.

 

Cabral:¿Es un esclavo negro?

 

Según Vicente Osvaldo Cutolo, Cabral “nació en Saladas (Corrientes), a fines del siglo XVIII. Era hijo de José Jacinto Cabral y de la morena Carmen Robledo”. En un trabajo anterior manifiesta que “sería hijo natural”. Galasso aporta que Carmen Robledo “luego, se casó con el moreno Francisco, que llevaba el apellido Cabral, por ser también servidor de esa antigua familia. Quizá por esta razón algunas fuentes lo dan como hijo de la esclava Carmen y del esclavo Francisco, esclavo él también, pues su nacimiento es anterior a la ley de libertad de vientres, y de raza negra. Estos datos se corroboran en una carta de don Luis Cabral, su amo, de 4/12/1812, donde se refiere ‘a la situación de nuestro negro Juan Bautista...que en su carta me pide le escriba a San Martín para que lo baje a la infantería porque en la caballería corre peligro’ (los negros integraban habitualmente la infantería pues no se caracterizaban por ser buenos jinetes, por lo cual este pedido tiene fundamento”.

 

“( ...)Cabral soldado heroico...”: ¿es soldado o sargento?

 

Cutolo subraya que “algunos historiadores dudan de que Cabral fuera sargento, y lo designan como soldado raso del cuerpo de Granaderos”. 17Galasso es terminante: “Cabral no era sargento (...) El propio San Martín mandó ‘colocar sobre la puerta del cuartel del Retiro un tablero en forma oval con la siguiente inscripción: ‘Al soldado Juan Bautista Cabral. Murió en la acción de San Lorenzo, el 3 de febrero de 1813’”.

 

¿Qué dice Cabral antes de morir?

 

Expresa Ricardo Levene que “el 3 de febrero de 1813, cuando los españoles desembarcaron, los granaderos, sable en mano, los persiguieron obligándolos a huir despavoridos; algunos se arrojaron al río desde la barranca y perecieron ahogados. En la persecución rodó el caballo de San Martín, que quedó apresándole una pierna. Un enemigo iba a clavarle la bayoneta, pero en el preciso instante se interpuso el sargento Juan Bautista Cabral que salvó a San Martín, y con él, como bien se ha dicho, la libertad de medio continente”.

 

El ex presidente de la Universidad Nacional de la Plata omite la frase con que ha entrado a la gloria de las aulas el “sargento”: “Muero contento. ¡Hemos batido al enemigo!”.

 

Herminio Gaitán, apoyándose en las “Tradiciones” de Pastor Obligado, sostiene que exclamó a sus compañeros: “’déjenme, compañeros. ¿Qué importa la vida de Cabral? Vayan ustedes a pelear que somos pocos’, a lo cual agregó la famosa frase que, dos horas después, en el refectorio conventual y ya agonizante, alcanzó a repetir”. Gaitán manifieta que el herido de muerte dice la mentada frase en guaraní y que San Martín lo traduce al español para incorporarlo al parte de batalla. Observa Halperín que “la tradición dice también que la verdadera última frase agónica de Cabral fue dicha en guaraní y era bastante menos elegante –aunque más creíble- que la que registra la historia. ‘Muero contento, porque cagamos a esos mierdas’, habría comentado el desafortunado soldado”.

Galasso está  en coincidencia en este punto.

 

¿Muere Cabral en el campo de batalla?

 

Victor Nardiello, secretario de la Junta Histórica de Rosario, considera que “el valeroso granadero correntino posiblemente haya muerto en el hospital improvisado en el comedor de los frailes” del “histórico convento” de San Carlos.

 

¿Se enfrentaron ambos bandos en lo que hoy se conoce como Campo de la Gloria?

 

En San Lorenzo, Santa Fe, a orillas del Paraná, está el Campo de la Gloria que contiene elementos alegóricos al “glorioso combate”. El inconveniente es que –aparentemente- en ese sitio no hubo ningún combate. Explica Nardiello que “es casi seguro que los españoles desembarcaron en una especie de puerto natural que existía varios cientos de metros hacia el norte y que marcharon hacia el convento en diagonal. Ya casi nadie discute que el combate fue un poco más al norte”. Según el periodista de “La Nación”: “esa pequeña playa desapareció tras una furiosa tormenta que se abatió sobre la zona en 1915 (...) Hacia el norte, el verdadero Campo de la Gloria está sepultado bajo numerosas casas bajas, con te”as".

 

Detalles más, detalles menos, más acá o más allá, con menos o más soldados, con bandera o sin bandera, el combate existió. Para no ser menos, en cuanto a lo errático, por ordenanza del 27 de noviembre de 1893, en esta Capital, se nombra una calle como “Sargento Cabral”. Hoy, a más de cien años de esta nomenclatura no se corrige el error.

 

Parte del Coronel de Granaderos a caballo D. José de San Martín al Superior Gobierno.

 

“EXMO. SEÑOR. 

 

Tengo el honor de decir a V. E. que en el día 3 de febrero los granaderos de mi mando en su primer ensayo han agregado un nuevo triunfo a las armas de la patria.  Los enemigos en número de 250 hombres desembarcaron a las 5 y media de la mañana en el puerto de San Lorenzo, y se dirigieron sin oposición al colegio de San Carlos conforme al plan que tenia meditado en dos divisiones de a 60 hombres cada una: los ataqué por derecha e izquierda, hicieron no obstante una esforzada resistencia sostenida por los fuegos de los buques, pero no capaz de contener el intrépido arrojo con que los granaderos cargaron sobre ellos sable en mano: al punto se replegaron en fuga a las baxadas dexando en el campo de batalla 40 muertos, 14 prisioneros de ellos, 12 heridos sin incluir los que se desplomaron, y llevaron consigo, que por los regueros de sangre, que se ven en las barrancas considero mayor número.  Dos cañones, 40 fusiles, 4 bayonetas, y una bandera que pongo en manos de V. E. y la arrancó con la vida al abanderado el valiente oficial D. Hipólito Bouchard.  De nuestra parte se han perdido 26 hombres, 6 muertos, y los demás heridos, de este número son: el capitán D. Justo Bermudez, y el teniente D. Manuel Díaz Vélez, que abanzándose con energía hasta el bordo de la barranca cayó este recomendable oficial en manos del enemigo.

 

El valor e intrepidez que han manifestado la oficialidad y tropa de mi mando los hace acreedores a los respetos de la patria, y atenciones de V. E.; cuento entre estos al esforzado y benemérito párroco Dr. D. Julián Navarro, que se presentó con valor animando con su voz, y suministrando los auxilios espirituales en el campo de batalla: igualmente lo han contraído los oficiales voluntarios D. Vicente Marmol, y D. Julian Corvera, que a la par de los míos permanecieron con denuedo en todos los peligros.

 

Dios guarde a V. E. muchos años.

 

San Lorenzo Febrero 3 de 1813. José de San Martín”.

 

 

Fuente: Tribuna de Periodistas. Néstor Genta.

 

 

 

Agencia CNA Todos los derechos Reservados 2008-2024 All rights reserved - Director Mario Baudry