11/12/2010 - 01:53hs.
Villa Soldati, tierra de nadie: ¿y los Derechos Humanos?
Los incidentes en el Parque Indoamericano muestran la Argentina que nadie quiere vivir y que dejan en claro la profunda hipocresía de la clase dirigente. Xenofobia, incapacidad dirigencial, punteros políticos, violencia barrabrava, lucramiento con los más necesitados, falta de respuesta de las autoridades, entre los hechos que dejan al descubierto una pelea donde los únicos perjudicados son los más pobres. Los Derechos Humanos reinan por su ausencia
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“Yo señor, no señor, sí señor”, esta parece ser la pantomima que han tomado las autoridades de la ciudad de Buenos Aires y de la Nación ante los terribles sucesos que se vienen desarrollando en el Parque Indoamericano, en el barrio de Villa Soldati, producto del cual han muerto ya 4 personas (al menos confirmadas oficialmente) desde el martes pasado a hoy.

 

La última víctima fue un joven de 19 años, y tal como los otros tres, proveniente de un país vecino que vino a la Argentina a intentar mejorar su calidad de vida, y terminó de la peor manera, víctima de una violencia absurda, que pocos entienden, pero que muchos propician con declaraciones rimbombantes a través de los medios de comunicación.

 

El gran grado de xenofobia que vive la Argentina en estos momentos es algo alarmante para un país en cuyo preámbulo dice claramente “asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”, pero que algunos todavía hoy en pleno siglo XXI parecen no entender y practicar fervientemente en su loca idea de hacer un país para pocos.

 

El oficialismo porteño, en vez de encontrar soluciones a una penosa situación, se encarga de hacer afirmaciones efectivamente que rozan el racismo y la xenofobia, como las que efectuó Mauricio Macri al pedirle a la presidenta Cristina Fernández trabajar “juntos en esto, que dejemos de lado las mezquindades, frente a una inmigración descontrolada y el avance de la delincuencia y el narcotráfico ”; o también las que hizo su jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, al sostener que en el país rige “una ley muy permisiva respecto de la inmigración. En esa zona (Villa Soldati) vive un 70% de gente de nacionalidad boliviana y paraguaya. La Ciudad no puede resolver los problemas de vivienda del Conurbano y el Mercosur”.

 

En vez de entablar negociaciones que sirvan para encontrar una solución al menos parcial a este panorama por demás oscuro, el jefe de gobierno porteño y las autoridades nacionales, se sumergen en un juego de declaraciones mediáticas por demás peligrosas, que han servido para llevar a mucha gente a entender que pueden hacer lo que quieran en las calles argentinas, como por ejemplo salir a matar inmigrantes, si total ni la Policía Federal y Metropolitana no harán nada para frenarlos, sino que por el contrario, se dictan grandes “zonas liberadas” para la comisión de delitos.

 

No se quiere ni se busca el diálogo con las personas que ocupan un terreno en demanda de viviendas dignas para vivir, así como tampoco se escucha a los vecinos en su reclamo de mayor seguridad en la zona. Ante este paisaje netamente desolador, Macri no ha tenido mejor idea que salir a pedir que el gobierno nacional le envíe tropas de Infantería, Prefectura o Gendarmería para calmar la situación, sin entender que acciones como éstas equivaldrían a generar aún más violencia y dejar muy lejos la idea de encontrar una salida pacífica a la situación.

 

El gobierno que no se sienta a dialogar con el macrismo y de ahí que ni la Metropolitana ni la Federal se hagan cargo de la seguridad en la zona, por lo que la anarquía y la desidia reinan en el lugar, con turbas desaforadas que al mejor estilo de las películas de Hollywood, salen a las calles a matar personas por su aspecto y país de origen.

 

Este chiquitaje político que tienen tanto la Nación como la Ciudad, ha llevado a que la Argentina viva nuevas escenas de violencia, con cuatro muertos en menos de 72 horas. El pasarse la pelota uno a otro en forma constante ha llevado a un Macri desorientado y más sincero que nunca, a manifestar “me siento desbordado”, dejando en claro su total incapacidad para sacar una situación por medios pacíficos, sólo a través de la violencia.

 

Ante la imposibilidad de encontrar una solución efectiva, el macrismo  y las autoridades nacionales, han tratado de desviar la atención del tema, como por ejemplo culpar a los vecinos de la Villa 20, que se encuentra a pocos metros del Parque Indoamericano, de estar”copada” por los manifestantes y de ser los responsables de llevar a la gente a tomar terrenos públicos.

 

Nada dicen estas brillantes mentes políticas de los punteros políticos del oficialismo y de la oposición que vendían lotes de tierra a gente necesitada de una vivienda para que se fueran a instalar a este lugar, sacándoles entre 900 y 3.000 pesos a las familias, aprovechándose de las personas más carecen de recursos, para llenarse los bolsillos y de ahí seguir sosteniendo un poder territorial que lo hacen a través de la corrupción, la extorsión y la mafia barrabrava.

 

De ahí que se haya visto a reconocidos miembros de barrabravas de equipos de primera división del fútbol argentino participando de los hechos de violencia, agrediendo a quienes ocupaban el predio de la ciudad, pareciéndose estos hechos mucho a las patotas sindicales (que con apoyo de lo más alto del poder político), asesinaron al joven militante del Partido Obrero, Mariano Ferreyra, hace apenas 50 días en el barrio de Barracas.

 

El gobierno de la ciudad calla que todavía no se ha llevado adelante en lo mínimo imprescindible la ley de Urbanización de la villa 20 votada en la legislatura porteña en el año 2005, donde se prometían a los habitantes de la misma crear al menos 1.600 viviendas que terminarían con la precariedad habitacional de la misma. No sólo no se avanzó con este plan de erradicación de villas, sino que se profundizó la cantidad de personas que viven en ellas, y por ejemplo en la villa 20 a pocos metros se encuentra abandonado el Cementerio de autos de la Policía Federal, contaminando con plomo a enorme cantidad de chicos del lugar que ya viven con enormes problemas de salud.

 

La incapacidad dirigencia y la falta de respuesta por parte de las autoridades de la ciudad y del gobierno de la Nación, invitan a que tanto Mauricio Macri como la presidenta Cristina Fernández pongan las barbas en remojo, y se den cuenta que los problemas personales entre ellos no pueden opacar el bienestar de una sociedad harta de que las diferencias políticas se interpongan en la labor pública, donde los únicos perjudicados son los más de 40 millones de argentinos que desean vivir en paz y no sumergidos en un mar de resentimientos como sucede hoy en día.

 

Mientras el egoísmo y las miserias políticas estén a flor de piel, y la clase dirigente piense más en su beneficio personal y mezquino, dejando de lado las necesidades de la inmensa mayoría de la población, la posibilidad de alcanzar un país con oportunidades para todos será más difícil de conseguir en el corto y mediano plazo.

 

Por el momento, los Derechos Humanos más elementales brillan por su ausencia en Villa Soldati. El gobierno nacional, que se ufana en llamarse a sí mismo como “el gobierno de los Derechos Humanos”, ha dejado en una virtual “anarquía” a la ciudad de Buenos Aires, que se sabe que no puede ni tiene los recursos necesarios para hacer frente a hechos como estos.

 

Panorama complejo por el que pasa la ciudad por estas horas, por lo que se precisará toda la cintura política de los dirigentes políticos locales y nacionales, para sacar a la ciudad de una crisis que parece no tener fin, y que hasta el momento ha costado 4 vidas en menos de 72 horas, donde los Derechos Humanos han sido dejados de lado para dar paso a una política de inacción, que puede resultar sumamente peligrosa de cara al futuro.

 

 

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