11/02/2019 - 11:31hs.
Matrimonio y algo más: amor y política
El exgobernador santacruceño Daniel Peralta cuenta los pormenores de la relación con su esposa, la actual diputada provincial Gabriela Peralta. Además analiza el panorama local y a nivel nacional
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Hace menos de un año, el exgobernador santacruceño Daniel Peralta y su esposa, la actual diputada Gabriela Peralta, dieron el “sí” y se convirtieron en uno de los matrimonios más consolidados de la política provincial. En diálogo con La Tecla Patagonia, el exmandatario brindó detalles de la vida conyugal, los comienzos de la pareja, la relación con sus hijos y la influencia de la política puertas adentro del hogar.

-¿Cómo vienen estos meses de matrimonio con Gabriela?

-La verdad es que estamos muy bien con Gabi y con los chicos, tanto los de ella como los míos. Yo convivo con los cuatro hijos de ella, porque mis cuatro hijos son mayores y tienen su familia hecha. Estamos muy bien y nos relacionamos bastante bien. En lo político tratamos de preservar a la familia y, por la edad de los chicos, todos militan con nosotros, porque a ellos les gusta la política y nos acercan su visión de las cosas, en especial, los adolescentes. Además, Gabriela es muy madraza y, por su formación docente, tiene opinión de muchas cosas; por eso se habla mucho en la casa de todos los temas.

-¿Cómo es la convivencia de dos cuadros importantes de la política provincial?

-Nosotros discutimos, porque no es lineal nuestra opinión de las cosas. Coincidimos en el noventa por ciento, pero en el otro diez discutimos, y bastante. Gabriela es una mujer formada en la docencia, pero, a la vez, es un cuadro político. En esto ayuda mi experiencia y la mayoría de edad que tengo sobre ella. En el resto somos muy parecidos, tenemos una visión casi igual de lo que significa la política, el federalismo, la educación y la justicia. 
Compartimos ejes, y la verdad que charlamos mucho; cuando no nos ponemos de acuerdo, lo dejamos de lado, no llevamos la discusión a algo que implique un alejamiento del seno familiar. Además, ella tiene una tarea legislativa que tiene una impronta propia. Por ahí discrepamos, pero tiene personalidad. 

-Usted es de Boca y ella de River. ¿Cómo lo resuelven?
-Esa es una de las cosas que más me angustian. Convivo en una casa donde Gabriela y los cuatro chicos son de River, pero no son testimoniales, sino fanáticos. Ella pelea con el televisor, discute con (Marcelo) Gallardo. Yo soy el único hincha de Boca; pero hay mucho respeto, nunca hay cargadas, ni ofensas. Adoro al club, soy crítico de las últimas gestiones, de la compra y venta de jugadores, como también encontrar un nivel de juego, donde River nos lleva una ventaja. 

-¿Y en la cocina? Porque la vimos con el delantal de River...

-Cuando le sale bien la comida, me callo la boca. Eso no perturba a la cocinera. Cocina bien y rápido en el marco de cualquier cosa. Le sale todo lo que pidan, y si no lo sabe, lo inventa. En la política es igual. 
Yo colaboro en las tareas: pico, corto, rallo; pero la que pone las porciones es ella. Lo que hago son los asados; siempre sin carbón, al palo. Ahí hay solidez y me manejo bien. 

-¿Cómo fue que surgió la relación?
-Nosotros nos conocíamos hace mucho tiempo, por la familia, porque su madre, Teresa Soto, era diputada. A Gabriela no la registraba 
porque teníamos una diferencia de edad de quince años. Nosotros generamos empatía y empezamos a conocernos cuando ella estaba en Educación. Un día me fue a criticar a 
la puerta de la Casa de Gobierno; la invité a conocer cómo era la gestión; luego vino el cargo en el Ministerio de Desarrollo Social, donde tuve que convencerla. Ahí tuvimos una relación más de pareja. El comienzo no fue fácil, porque siendo el Gobernador no se podía romper el statu quo que existía en una pareja terminada, que era la anterior. Pero 
con Gabriela comenzamos a estar cada vez más juntos; luego vino la convivencia, y no nos separamos más, vamos juntos a todos lados. La verdad, tenemos una relación de mucha cercanía, porque nos gusta estar juntos y, además, somos amigos. 

-¿Cómo es la relación entre las familias de ambos?

-Con la familia de Gabi nos llevamos bien; tiene dos padres hermosos. Tam-bién mi mamá, que va cumplir 91 años, la adora, y mis hijos se llevan bien con ella. La relación es armónica y ambos balanceamos las cosas.

-¿Cómo son sus días lejos de la función pública?
-Cuando dejé de ser Gobernador pude volver a sentarme en un café, caminar por la calle, ir a la cancha con mis hijos y estar en la vida cotidiana. Para algunos, no es fácil. Para nosotros fue sencillo porque mantuvimos siempre esa cercanía con la gente; y a veces lastima, porque te exigen cosas, te rozan con sus necesidades, te transmiten inquietudes que se pueden escuchar y entender, pero no es lo que esperan. Cuando se vuelve al llano después de ejercer una responsabilidad como la de Gobernador te das cuenta de las cosas que hiciste bien o mal porque la gente no es al Gobernador a quien juzga, sino, ahora, al vecino común. 
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