20/09/2022 - 10:26hs.
Gabriel Mestre: "Busco ser artesano de la paz ante la grieta"
El obispo de la ciudad de Mar del Plata analiza en diálogo con La Tecla sus cinco años al frente de la diócesis, pondera el rol de la Iglesia ante la crispación política y da detalles sobre su encuentro con el papa
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Vía La Tecla Mar del Plata

Desde su oficina en la Catedral, el obispo dialoga con La Tecla sobre los próximos desafíos en su función, da detalles sobre el encuentro que mantuvo en Roma con el sumo pontífice y analiza el rol de la Iglesia católica en el contexto actual, signado por la agudización de la grieta en la antesala de las elecciones.

-¿Qué balance hace del lustro que lleva al frente del obispado?

-Altamente positivo, porque Dios permite que la Iglesia de Mar del Plata pueda ser instrumento de muchas cosas buenas. Queremos ser más claramente el rostro de Cristo. No en un sentido abstracto y etéreo sino en un sentido concreto, que esté respondiendo a las necesidades de nuestro tiempo, que son muchas. En esta segunda etapa, que empezamos después de los primeros cinco años, buscamos redoblar la apuesta para poder servir y estar más cerca, acompañar y cuidar todas las realidades que Dios pone en el horizonte de la vida.

-¿Qué desafíos emergen a futuro?

-Con respecto a lo más hacia adentro de la Iglesia, poder presentar un Cristo viviente que le dé sentido a la vida de las personas. De cara al diálogo con la sociedad, en la línea de lo que planteaba el papa: poder ser instrumento de la cultura del diálogo. Busco ser artesano de la paz ante la grieta, o en las coyunturas donde aparece; poder ser un puente de acercamiento.

-¿Cómo analiza el atentado fallido contra Cristina?

-Es un tema preocupante. No le tiene que pasar a nadie: ni a Cristina, ni a Alberto, ni a Macri, ni a Larreta o a Kicillof. Es importante estar atentos para que no signifique una limitación de nadie, conocemos otros países donde esto es un tema mucho más corriente. Tenemos que buscar los antídotos en nuestro sistema democrático. Hay que aprender a convivir en las diferencias.

-¿Este episodio puede enaltecer el rol de la Iglesia como mediadora entre las distintas fuerzas políticas?

-Sí. La Iglesia tiene voluntad para poder mediar, aunque debe haber acuerdo de las partes en conflicto o en tensión. La Iglesia puede hacerlo, a pesar de que no es sencillo o de que con buena intención puede haber desinteligencias.

-¿Cómo ve al gobierno de Montenegro, ya entrado en la segunda mitad del mandato?

-Iglesia. Como a muchos intendentes, le tocó un marco complejo por la pandemia. Se ha podido acompañar medianamente bien la situación. Montenegro se vio ratificado por las elecciones de medio término; por los números que tuvo, los marplatenses avalaron su gestión.

-¿Suele ser fuente de consulta para la dirigencia política local?

-Tengo muy buen off the record con los distintos actores políticos. Hay un ida y vuelta que creo que es positivo y que permite ayudar y colaborar en el camino democrático que debemos llevar adelante.

-¿Y cómo analiza a los gobiernos provincial y nacional?

-Tenemos buen diálogo, también. Con los tres estamentos articulamos. En su momento tuvimos algunas limitaciones durante la pandemia con respecto al culto. Tuvimos que reaccionar de manera más clara y firme con aquellos que no entendían el formato de una celebración donde las posibilidades de contagio -si se mantenían determinados protocoloseran mínimas. Por citar alguna situación de tensión. Después, en todo lo que articulamos con el cuidado de los más marginados, tenemos un ida y vuelta interesante con los distintos organismos.


La continuidad de Francisco: "No avizoro una renuncia"

-¿Cómo fue el encuentro con el papa Francisco?


-Fue realmente muy positivo. Me recibió 33 minutos en una audiencia privada. Lo vi muy bien de ánimo. Dialogamos un poquito sobre la realidad de Mar del Plata, en relación al turismo. Y también sobre el país: insistió en que seamos agentes de la cultura del diálogo.





-¿Ve a Francisco con muchos años por delante? ¿Cómo lo notó?

-Él, públicamente, ya está refiriéndose al tema de su renuncia, pero más a modo de chiste. En el horizonte inmediato no avizoro una renuncia, de acuerdo a lo que percibí, más allá de que esté por cumplir diez años de pontificado. Se lo ve proyectado claramente con la Iglesia y el mundo, con esta renovación que le quiere dar. A nivel global también está preocupado con esto que él ha titulado como la tercera guerra mundial en etapas, a pedacitos, como un elemento importante a considerar.


La contraprestación de los planes

-¿Cree que los planes deben ser reformulados en el contexto actual? En el último tiempo se planteó la posibilidad de que los municipios pasen a administrarlos.

-Si por reformulación hablamos de que haya algún tipo de contraprestación, estoy totalmente de acuerdo, porque es lo que plantea la Doctrina Social de la Iglesia. El plan social tiene que estar para la emergencia inmediata. Luego tiene que haber una reconversión del plan en algo que dé lo propio de la dignidad del trabajo. El trabajo no debe ser un peso si está planteado con una legislación que cuide al trabajador. Si esto debe hacerlo el Municipio, esa es una discusión que me sobrepasa, pero debe haber una perspectiva de contraprestación.


"La inflación daña a los pobres"

-Suele recorrer los barrios, ¿cómo está el termómetro en la calle?


-Vemos mucha incertidumbre. Pareciera que, muy lentamente, el tema del trabajo tendría una reactivación. Lo más doloroso en este contexto tiene que ver con la inflación, que daña a los más pobres y, también, a la clase media.

-¿Los tiempos de la política dan la espalda a las necesidades de la población?

-No diría que están a espaldas, pero sí que hay mucha lentitud y mucha burocracia. Por eso, desde la Iglesia tenemos varios frentes abiertos. La idea es participar y poder hacer un aporte. Pero no nos quedamos solo en un ámbito, estamos trabajando con distintas patas al mismo tiempo para superar esa lentitud de los ritmos políticos.






"En enero renuncié al aporte estatal para los obispos"

-Años atrás aseguró que habría que buscar un formato de separación de la Iglesia del Estado. ¿Lo sigue sosteniendo?


-Sí. Varios obispos pensamos así. También la pandemia nos hizo una especie de paréntesis para avanzar en la discusión. Yo, entremedio, tomé la decisión firme y renuncié en enero al aporte estatal para los obispos por esta ley que hay de la dictadura. Formalmente ya he dado un paso. Institucionalmente, como tenemos tantas cuestiones vinculares, no hay que hacer esto de forma superficial. Pero esta decisión es una forma, un signo fuerte que me permite sentirme más libre.
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